La Inteligencia Artificial (IA) se ha integrado de manera permanente en nuestra sociedad, y este avance tecnológico no excluye al sector de la movilidad, donde las cámaras equipadas con IA se han vuelto cada vez más frecuentes en sistemas de vigilancia y gestión del tráfico en diversas ciudades.
Estas cámaras inteligentes son capaces de controlar el uso del cinturón de seguridad y el manejo del móvil al volante mediante un procedimiento de filtrado automatizado de las imágenes capturadas, detectando a los conductores que presuntamente están cometiendo una infracción. También pueden determinar la velocidad de los vehículos, pueden controlar si viajan más personas de las permitidas, si el conductor se ha saltado un semáforo en rojo, incluso pueden conectarse a las bases de datos de la policía.
Las tecnologías avanzadas permiten una detección precisa, incluso en condiciones climáticas adversas y entornos con interferencias, y con la adición de la Inteligencia Artificial, tienen la capacidad de clasificar lo detectado y distinguir entre personas, vehículos y animales.
El año pasado, la Dirección General de Tráfico (DGT) estableció un récord en la recaudación de multas, alcanzando la cifra de 507 millones de euros, lo que representa un aumento del 15% en comparación con el año anterior. Este incremento plantea la pregunta de ¿cuántos conductores podrán evitar las multas ahora que la Inteligencia Artificial se introduce en los radares? Al mismo tiempo surge una nueva polémica entre los conductores, al trascender que también puede controlar lo qué ocurre dentro de los coches, con la consecuente invasión a la privacidad.